La soledad dejó sin agua a las ciudades de mi vecindario

En el barrio de al lado 

hay una crisis del agua:

a los vecinos no les llega agua a sus casas.
Veo un camión-depósito permanente 
en el que la gente necesitada acude con garrafas
para que se las llenen sin tener que desplazarse demasiado lejos.

Algunos llevan sin agua en casa casi un mes

otros llevan menos tiempo.
De vez en cuando hacen revueltas
reivindicando que quieren agua.
Las primeras veces no eran 
pandillas demasiado grandes de gente
pero la última vez que les vi
en protesta, eran mucho más numerosos.
Eran un buen pelotón.
Ahora es una buena oportunidad
para observar de la humanidad
algunas cosas de las relaciones.
La solidaridad, la unidad familiar,
las revueltas de la gente cuando sufre crisis.

También para observar
de dónde venimos y quienes somos.

Creo que las crisis son momentos 

para despertar y ver cosas 

que las comodidades fluyentes

y cotidianas no permiten apreciar.

Me da por creer que son momentos 

en los que la carencia de agua

hace sin embargo que la gente pueda conectar 

más con sus semejantes y transmitirse

más amor que en verdad necesitaban.

Entonces esa bacteria que es la razón 

de que hayan cortado el agua de sus casas

no es rotundamente tan mala.

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